Después de mucho buscar, de mucho pensar y de mucho sentir, por fin he encontrado lo que me ha atormentado desde que era bien chico, la falta de afecto, la falta de cariño.
Mi vida ha estado marcada por el hecho de ser hijo único de madre soltera, y pese a haber vivido con mis abuelos y no haberme faltado nada, últimamente he echado de menos el calor humano. Mi madre conoció a mi padre (de origen libanés) en el hospital clínico, él estaba aprendiendo la especialidad de medicina de urología, y mi madre fue a un chequeo, como mi padre no tenía ni un pelo de tonto la hizo volver para no sé qué... y el resultado fue una relación que acabó de forma bastante brusca. Mi madre se había quedado embarazada de él (dicen que niños "ogino" pueblan el mundo, pues en mi caso es cierto) y cuando fue a su casa a decírselo, estaba con otra, y ante aquel percal mi madre no quiso saber más de él. Intentó volver con ella, quería conocerme y cuidarme, pero la situación era muy complicada, él no podía hacerse cargo de mi, y lo más seguro era que me enviara al Líbano con sus padres, y en aquel momento estaban en guerra, prácticamente como ahora, incluso a su abuela le cayó una bomba en el patio de casa! Viendo el tema mis abuelos dijeron que ellos se harían cargo, además era niño y mi abuelo después de dos niñas tenía la espina clavada, así que fui bienvenido en casa.
Como os podeis imaginar estaban todos que no cagaban conmigo. La verdad que de mi infancia sólo recuerdo algunas cosas fugaces, la guardería, el pueblo, la bici... Cuando tenía unos 5 años, mi madre intentó rehacer su vida con otro hombre, esta vez se casó y todo, pero el tío era un jeta de mucho cuidado y al tiempo se separaron (hará cosa de un mes le concedieron el divorcio). Mis abuelos pensando que era lo mejor para ella, la compraron un piso cerca del suyo y así podría visitarla cada vez que quisiera, sin agobiarla mucho para que rehiciera otra vez su vida. Pero mi vida había transcurrido con mis abuelos y me sentía agusto en casa, así que casi nunca iba/voy a verla. En casa de mis abuelos además estaba mi tía (su otra hija) que siempre me ha querido mucho, así que de maravilla.
A los 6 años, me metieron en las teresianas y desde el primer momento me dejaron a comer allí. Recuerdo que el primer día de clase nadie vino a recogerme y me tuve que quedar a comer en el cole... Me la jugaron bien jugada, no me dijeron ni mu de dejarme a comer en el colegio y aquello me dolió bastante. Así estuve dos años creo, hasta que empecé a ir y venir solo al cole, mientras que a todos mis amigos les iban a buscar, alguna vez me dolió el no tener a nadie que me esperara. Luego todos íbamos y veníamos solos a clase así que esos malos rollos se pasaron.
En casa todo iba a peor, mi tía tendría ya unos 28 y llebaba 7 saliendo con el mismo chico, pero no llegaron a casarse y al final rompieron después de 14 años de relación! Impresionante pero cierto. Mi abuela ya estaba cansada de que siguiera en casa, y las discusiones eran continuas, día tras día, pero ella se quejaba que si la dieran un piso como a mi madre que también se largaría, y el pique por la jodida casa ha durado hasta hoy, y seguirá durando, porque aquí nunca se habla, se discute, qué hasco! Por otro lado, se pasó de la euforia de tener un nieto pequeño con el que jugar, pasear y enseñar a la gente, a tener un niño que comía, que tenía gastos... y mi abuela se intentaba escaquear de mi queriéndome enviar a un internado, pero yo no quería, estaba a gusto en el cole, tenía mis amigos y especialmente uno muy bueno y que sigo teniendo, aunque ya no es igual. Todos los putos días me amenazaba con que me llevaría al internado (como a mi madre) y como otra cosa no, pero carácter tengo mucho, pues la mandaba a la mierda y luego las broncas para mí, que si mira que decirle eso a tu abuela, que si patatín, que si patatán. Por suerte en el cole iba bien, así que mi abuela no tenía muchas razones de peso como para llevarme, así que sobreviví a la hoguera.
En el colegio me sentía realmente agusto, me sentía querido. A pocos les gustaba ir a clase, a mi sí, pero por los amigos. Los hacía reir para verles felices, sonriendo, y el hacerles sonreir me hacía sentir bien, me sentía acogido. Sin embargo fuimos creciendo y en los últimos años, cuando tenía 17-18, ya las gracias no hacían gracia, la gente estaba pensando en selectividad y en su futuro, y yo estaba a lo mío. Encima como tenía facilidad con los estudios sacaba buenas notas sin hacer mucho y eso a la gente le jodía bastante: que un tío se toque la badana, que encima no te deje atender en clase y saque más nota que tú, debe joder bastante. Yo la verdad que no me daba cuenta de las cosas, estaba en mi burbuja, hasta que se rompió al llegar a la universidad.
En la uni todo es nuevo, y más para un chico que ha estado 12 años de su vida con la misma gente, y la verdad que te sientes perdido, pero enseguida conoces gente y ves mundo. Sin embargo yo me sentía solo, ya no tenía a los amigos a los que hacer reír, y tampoco había confianza suficiente como para hacer lo que hacía en el cole, así que sencillamente iba a clase, comentaba algo entre clase y clase y sobre todo tragué horas y horas de cafetería. Todo se complicó bastante con la llegada de los estudiantes de intercambio de brasil. Conocí a una chica que desde el primer momento me llamó la atención y me obsesioné demasiado con ella, hasta el punto de llevarme casi al suicidio. Sin duda alguna, buscaba ese cariño perdido del cole, ese afecto que ya ni en casa lo tenía, pero no lo encontré y caí en depresión. Me costó mucho salir del hoyo, unos dos años, sin embargo seguía sin tener el calor que necesitaba y como no tenía ganas de nada, ni ilusión por nada, me quedaba en casa sin hacer nada, nada útil. Las notas lógicamente cayeron en picado y si de por sí la situación en casa era difícil, ahora era imposible. Así estuve otros dos años, sacando un par de asignaturas por año, muy poco. Busqué en mil sitios para sentirme bien, cada dos por tres tenía una afición diferente, incluso me dio por practicar StreetLuge, pero lo que buscaba no lo encontraba, y pasaba el tiempo. Mis amigos iban sacando la carrera o acabándola incluso, pero yo me iba quedando atrás, no tenía ninguna motivación. Hacia mayo del cuarto año, es decir mayo de 2006, sin saber muy bien porqué me puse a estudiar Álgebra, y así me pasé todo el verano, al final saqué 2 de 4, pero me sentía animado y capaz. Ya era hora de sentirme animado por la carrera, por lo menos de sentir algo y no la apatía de antes. Agarré el toro por los cuernos y me matriculé de todo lo que me faltaba para acabar el primer ciclo y largarme a Madrid a estudiar la especialidad. Por otra parte no soportaría estar dos años más aquí con toda esta mierda. Ya estoy hasta arriba y todo desborda!
Fue antes de Navidad cuando la muerte del padre de un amigo fue el detonante para darme cuenta de todo, para analizar mi vida tal y como había sido y porqué había sido así. Fue cuando encotré que los problemas que tenía, las depresiones y bajones que padecía cada cierto tiempo no era porque estuviera enamorado de una chica, era porque me faltaba afecto, y confundía sentimientos. Ahora ya sé lo que busco, sé lo que necesito, pero sigo sin encontrarlo, sin embargo ahora lo busco de forma racional y no me obsesiono con la idea de encontrarlo a toda costa.
Por fin me he decidido a soltar todo esto fuera, llevaba demasiado tiempo marcándome la existencia y ya poco más podría haber aprendido. Sé que volveré sobre el tema para quitarme cada una de las espinas que atenazan mi corazón, pero el rosal ya está fuera y se nota.
Antes de largarme a Madrid me gustaría dejar aquí todo lo malo y lo que me ha dolido todos estos años, para llevarme sólo lo mejor, aquello que merece la pena guardar en el corazón. He de confesar que aunque ya no lloro, alguna lágrima ha caído sobre el teclado. Espero que sea de felicidad
Un momento, una canción: Erase and Rewind-The Cardigans